Dentro de mi hay un astronauta. Suele aparecer cuando tengo que decirle algo importante a mis amigos y allegados. Solo sabe hablar con mensajes impersonales, monótonos, sin sentimiento y directos. No me había dado cuenta de su existencia hasta hoy, que le he estado dando vueltas al Desastre. Cómo le dije a mis amigos lo que había pasado en un mensaje largo que no siento haber escrito. Pero así es un astronauta. No sé de donde viene, probablemente sea un mecanismo de defensa donde me alejo de la realidad igual que un astronauta se aleja de la tierra. Así que me toca convivir con él, hacerle un hueco en mi cama y saber que cuando las cosas vayan mal, será el quien esté manejando el timón. Me acostumbraré a él. Porque ese es mi astronauta, alejado, frío, sereno. Ahora me queda aprender a quererle.