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Mostrando entradas de octubre, 2018

Sonrisas de cartón

Son palabras que se me caen de las manos, un corazón latiendo desbocado, un beso que no ha acabado, notarte sentado a mi lado. Solamente cuando he hablado podré decir que te habré amado, aunque me sienta acusado por tus ojos yo regalo sonrisas de cartón doblado, playas de cantos rodados que piso con los pies descalzos y nuestros alientos entrelazados.

Escudos de nieve

Bajo la luz de la luna nueva se les permite brillar a las estrellas ya que por una noche pueden ser ellas las que sonríen sin miedo a acabar con las gotas del fondo de la botella. El olor que entra por la ventana no es de la lluvia ni del dolor, es el de los árboles que ya no tienen flor, pues el invierno los apaga y los calienta la luna nueva, dorada tras los escudos de los tejados cuando nieva.  Va perdiendo su color según asciende por el cielo. Se va volviendo clara, tímida a mostrarse por miedo, mientras que las farolas de la calle se encienden con un destello, le roban una chispa y a mi me quitan el sueño.

Amanecer por la ventana

Puede que dormir al lado de la ventana donde las persianas nunca están echadas no sea la mejor idea dada. Pero se ve el amanecer cada mañana y es eso lo que me da ganas de sacudirme el sueño de la cara, levantarme y estirar la espalda mientras miro toda la gama de colores que me hacen falta y que el amanecer me regala.

Cuando menos te lo esperas

Sentir la piel erizada un escalofrío rasgando la calma. Bajar el cuello quemado una gota apagando el cabo. Oír el sonido chirriante una sirena rompiendo la constante. Notar la noche oscura una luciérnaga cortando la duda. Y ves lo que has hecho las cicatrices marcadas un animal al acecho. Pero tocas los dedos te tiemblan el pelaje mojado una mirada, no mientas.

Petricor

Me fliparía salir a sacar fotos ahora mismo con las calles mojadas por la lluvia, llenas de charcos donde saltar, el cielo cubierto de gris y mis días de melancolía. Los pájaros levantan el vuelo y se esconden mientras que la gente busca el refugio de una cornisa y múltiples ventanas se cierran a la vez sin que nadie aprecie de verdad el petricor que se siente en el aire. Me encantaría salir a sacar fotos pero no tengo cámara ni sé hacerlo y la única persona que me las hacía se encuentra muy lejos, encerrada en el refugio seguro de los brazos de otra persona.

Agujeros de balas

Una vez decides y ya no puedes seguir hacia delante pero no te dejan mirar atrás solo queda aguantarse frente a lo que la vida depara y esperar a que algo pase. Cuando son lágrimas lo único que sale de tus ojos no hay más que secarlas, apretar la mandíbula mientras la gente a tu alrededor echa sal a la herida pensando que eran palabras endulzadas. El frío desgarra mi piel mientras que tú lo haces por dentro empezando por mi corazón dejándolo todo suelto esperando mi reacción mientras se expande el agujero negro de mi pecho absorbiendo todo a su alrededor sin orificio de salida aunque los casquillos ya han caído y la pistola de tus ojos echa humo.

Mediodías oscuros

Cada vez que miro atrás cae una lágrima de mis ojos tras la sombra existencial de un recuerdo doloroso. Si pienso en el presente veo a tantas personas cerca demasiadas que me abruman mientras susurran a mi oído palabras de dementes. Y es de sus mentes de donde sale el sol naciente que ilumina los mediodías y oscurece nuestras noches aunque yo solo miro las vías escuchando el sonido creciente de un ambiente expectante repleto de gente gris y maleantes.

Canciones de antaño

Es un sentimiento que encuentro familiar pero extraño. Viene al escuchar música que me recuerda a antaño. Cuando la mayor de mis preocupaciones era no hacerte daño. Y sin embargo eras tú quien removía en mi interior esas sensaciones extrañas que abrían un nudo en mi garganta cuando te miraba con estupor mientras hablabas con desgana. Al oír esa canción pienso en un momento exacto que se extiende en el tiempo y dura más de un año. Pero me causa un dolor agridulce y amargo; lo recuerdo con cariño aunque el que tú me tenías no era para tanto.