Escudos de nieve

Bajo la luz de la luna nueva
se les permite brillar a las estrellas
ya que por una noche
pueden ser ellas
las que sonríen sin miedo a acabar
con las gotas del fondo de la botella.

El olor que entra por la ventana
no es de la lluvia ni del dolor,
es el de los árboles
que ya no tienen flor,
pues el invierno los apaga
y los calienta la luna nueva,
dorada tras los escudos
de los tejados cuando nieva.

 Va perdiendo su color
según asciende por el cielo.
Se va volviendo clara,
tímida a mostrarse por miedo,
mientras que las farolas de la calle
se encienden con un destello,
le roban una chispa
y a mi me quitan el sueño.

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